Pintura
Manolo Gómez
Primer episiodio de Cáncer
Cuando en 2002, tras la ceremonia de los Goya y participar en Fantasporto, de vuelta a casa, en coche, tras una copiosa comida, hay que hacer múltiples paradas para que desagüe los vómitos, cada vez más abundantes, hasta que es una fuente de líquido verdoso…,prácticamente no me acuerdo como llegue al hospital, me despierto en la UCI tras un COMA de DOS SEMANAS y tras mi recuperación vivo varios episodios PRODUCTO DE LOS OPIACEOS, las visiones realistas a veces de terror y pocas veces de belleza y placer.
Al poco de mi recuperación y traslado a la habitación del hospital, inicio con dibujos a lápiz mis primeros esbozos de un estilo que decido crear, bajo el seudónimo de Candido Novo, algo naif, ingenuo, como de niño pequeño, libre solo sometido a los dictados de un POPART galaico, que sería mi primera incursión como director de arte, para la película de imagen real “los Muertos van deprisa” primera película que mi estudio va a producir con actores reales.
No deja de ser paradójico, que tras el episodio de las dos cirugías, una vez recuperado, e ir al hospital de día a sesiones de quimioterapia, mi pintura era vital, colorista, optimista, era como una retroalimentación, un chute de adrenalina para superar la cantidad de malas noticias y mi precario estado de salud…
Con 10 años, cuando salía de clase y tras hacer los deberes, me iba caminando hasta el Teatro Rosalía que quedaba a 30 minutos caminando rápido, allí permanencia hasta las diez de la noche, unas veces mezclando las tierras de temple con un aglutinante(ALKIL) tipo cola de carpintero rebajado, otras lavaba los pinceles o brochas utilizadas en alguna cartelera, en ocasiones rellenaba alguna letra de los rotulos y la mayor parte del tiempo, me buscaba la vida pintando algún bodegón sencillo o paisaje, los días transcurrían siempre con algún nuevo aliciente y cuando tenía un cuadro acabado, era el momento más esperado, donde TINO RODRIGUEZ con cuatro pinceladas, definía sombras y brillos, en pocos segundos y la magia se producía, una obra nueva, luminosa, intensa, que envidia saber lo que se necesita para mejorar algo anodino, casi sin vida.
Con 15 años, La visita a Malpica, y especialmente el ir a tomar un vino a la casa del pescador, en un primer piso, un espacio luminoso y amplio con mesas y sillas de madera, donde algunos paisanos jugaban al ajedrez, aquella imagen idealizada del saber popular que en nuestra juventud creíamos que atesoraban casi en exclusiva las clases populares, en un ideal revolucionario, de repente unas imágenes pintadas probablemente al óleo directamente sobre la pared, eran como si conectaras con algo misterioso y con un poder hipnótico, de las filigranas que una de las ballenas hacia con su cola. Aquella repentina visión inesperada, me abrió un horizonte a despejar, quien o quienes hacían esas obras, nadie me dio respuesta en el bar, y así mantuve en el tiempo la incógnita del autor, si era gallego o foráneo, de si tenía más obras y como podía disfrutar de ese maravilloso encuentro para futuras veces, con el paso del tiempo en tascas en coruña fui viendo murales que me recordaban al universo visual de aquel primer hallazgo y luego pude saber que era Urbano Lugris, que alguno de mis tíos lo recordaba , pintando en los bares, a cambio de comida y bebercio, más adelante como dos décadas después la ocasión de trabajar sobre su obra a través del libro que publica la Xunta de Galicia y que escribe su biografía Luis Rey, que yo maqueto, era como si algo necesitaba que cerrase ese círculo virtuoso, del universo en el que me quería adentrar y poco a poco pude recorrer.
Con 16 años viajo en Autostop a Madrid, conozco el museo de arte contemporáneo, La obra de Equipo Crónica me fascina, aun no conozco la obra gráfica de Castelao y tardo dos años más en saber que existe Picasso, los impresionistas especialmente Vicent van Gogh y más adelante el surrealismo de Magritte, etc. Posteriormente voy al encuentro con mi amigo Suso Cubeiro, en Toledo y visito su museo de arte contemporáneo, me siendo fascinado por otro gran descubrimiento personal, el escultor Alberto Sánchez, otro gigante pionero del Arte que no tiene el debido reconocimiento. A partir de ese momento me siento todavía más estafado, como ciudadano de un País sin libertades, sin democracia, sin valores, que no divulga a sus creadores, mucho patrioterismo cuartelero y ausencia de Chovinismo a la francesa.
Sigo sin saber porque esa fascinación qué sentido siempre sobre el mundo de la animación, la ilustración y especialmente de la pintura, y la escultura, que me ha acompañado desde siempre y de forma regular a lo largo de mi vida a veces realizando mi propia obra, y otras como espectador, muchas veces y durante muchas ocasiones en visitas como las del Museo Picasso de Cerámica en Antibes, o su Museo en París, o su obra inicial en A Coruña del Museo de Barcelona, o la casa Sorolla en Madrid o exposiciones como la de la Thyssen sobre las sombras ya no digamos el amor a primera vista de las salas de egipcias en el Museo del Louvre en París o ese sorprendente y singular Museo Metropolitan en Nueva York, con las salas dedicadas al arte africano y Polinesio, mi constante relación amorosa apasionada con la pintura con el arte viene de forma intuitiva desde niño, sin mediar ninguna iniciación previa ni nadie de mi entorno que tuviese esa inclinación o interés, mis reacciones ante la primera mirada de las muchas sorpresas y hallazgos que me parecían descubrimientos personales, se confirmaban posteriormente que obedecían a obras de pintores de prestigio que en algunos casos no recibían el trato que la historia les debía reconocer, quizá las similitudes con muchos objetos del Arte Popular, del mobiliario, de antigüedades o de rostros o cuerpos bellos, luego algo realmente sorprendente en nuestra querida Galicia, una realidad con la que apenas tuve contacto pero si conocimiento fue la fusión del arte popular, el diseño tanto gráfico como industrial y la pintura de la factoria mágica de Sargadelos, creada por dos visionarios Luis Seoane e Isaac Díaz Pardo que materializa como nadie la idea de Industria cultural, tan arraigada en Francia y largamente ansiada por mi parte, para que conformara un futuro para el audiovisual gallego y español, y como si no fuera suficiente a parte de las porcelanas de Sargadelos y Castro, se rodea de un conjunto de otras ramificaciones, tales como la editorial Castro , el Seminario de Estudos Galegos, etc. Aún desconozco como no tenemos en un altar a dichas divinidades que fueron capaces de combinar arte, tecnología y mercadotecnia con una modernidad sorprendente para la época, ya no solo para Galicia también para el conjunto de España, aunque hay que tener en cuenta que tenemos una larga tradición de tirar de la peana a cualquiera de nuestros conciudadanos que son capaces de hacer aquello que a nosotros ni se nos hubiera ocurrido, y que se llama claramente envidia, ese pecado que llevamos cosido en nuestro genoma.
A partir del 2002, me resulta curioso comprobar como llego a pintar el universo de lo popular, tanto en arquitectura como en paisaje y bodegones, libre de la autocensura que hasta ese momento impedía que me soltase, mi mano iba directa a lo primero que me pasaba por la cabeza y reflejaba los recuerdos e imágenes que tenía en mi cabeza, de esa manera particular de crear, sin buscar a posta una composición o una recreación en planos a la búsqueda de la tridimensionalidad pretendidamente cubista, realizaba, tanto mamarracho como me venía en mente, disfrutando como si volviera a mi infancia…
Los primeros dibujos de esa nueva etapa eran pulpos, en la que los tentáculos hacían rizos como si estuviera recreando el peinado de una sirena, incorporaba ojos a las almejas, los mejillones y todo estaba plagado de peces de nécoras y de algún que otro camarón y de forma recurrente las raspas de sardina como SI eso fuese el reflejo de cómo me sentía, un ser que se desvanecía, según los diagnósticos , pero que yo nunca sentí la presencia de la muerte y es más seguramente en esa etapa y a partir de ahí, nunca me sentí más vivo, más curioso, más abierto a disfrutar del momento, todo ello reflejado en unas raspas contorsionista y siempre por encima del mar,. Como si tuviesen alas, para mostrar toda su vitalidad y plenitud…
Curiosamente mis primeros borradores de ese nuevo estilo estaban enraizados en mis primeros acrílicos que expuse en la Galeria- Restaurante Fratelli (1974) CON DIECINUEVE AÑOS que ya en el cuartel donde realice la Mili, le dedique un retrato a mi sargento Antolin, representado como si su cráneo fuese la funda de una pistola, pues así representaba lo que este personaje cuartelero, tenía en su cerebro.
1 acrilicos y prototipos escultura
Mis primeras esculturas en miniatura realizadas en trapo con relleno de serrín, eran personajes gordos, populares más cercanos a prototipos del rural que de urbanitas.
Mi pintura, no evoluciono, siguió una trayectoria errática para encontrarme en el punto de partida de mis primeros acrílicos cuando era adolescente, igualmente mis temáticas iban por esos derroteros.
Mi búsqueda de contar un relato a través de un solo fotograma fue quedando relegado a pequeños momentos de mi vida privada y casi como una terapia personal.